04/12/2023

Al día siguiente del Día Internacional: a vueltas con el lenguaje

Otra vez una burrada de tiempo sin actualizar estas páginas... La verdad, la vida de nuestro hijo se ha vuelto tan rutinaria (¿tan "normal"?) como la de cualquier otra persona y el que no haya grandes cosas que contar quizá sea hasta una buena noticia. Sin embargo, me animo a borrajear de nuevo estas páginas por una serie de ideas que me han venido a la cabeza tras la "celebración" ayer del Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Entrecomillo "celebrar" porque no sé si se trata de eso ni de felicitar y dar enhorabuenas como he visto hacer en algún sitio. Quizá fuese mejor "recordar", sobre todo la enorme cantidad de cosas que quedan por hacer.

Y es que ayer vi que desde la alta política en lo que más hincapié se hacía era en reformar el artículo 49 de la Constitución. Simplemente para cambiar un término que en 1978 no sonaba mal y hoy sí. Este tipo de acciones quizá sean muy interesantes para quienes consideran que el lenguaje no es una mera herramienta de comunicación, sino un arma que se usa, entre otras cosas terribles, para "estigmatizar" (una de las palabras mágicas de nuestro tiempo). Yo quisiera que, con hechos y datos, se me demostrara que la vida de estas personas va a ser mejor por el simple hecho de cambiar una palabra por otra en un artículo de la Constitución. Más aún cuando se sabe que el eufemismo de hoy se convertirá en el insulto de mañana, como lleva ocurriendo toda la vida.

Siempre que pienso en estas cosas, en que se insista tanto en acciones de ese tipo y nos olvidemos de la vida real, me acuerdo de una vieja película española titulada Cerca de la ciudad.


En ella, un joven sacerdote (el padre José) interpretado por Adolfo Marsillach es destinado a un suburbio madrileño lleno de chabolas, cuyos habitantes tienen, como cabe suponer, numerosas necesidades. En el barrio vive una señora acomodada, doña Casilda, a la que acude el padre José en busca de ayuda. Cada vez que lo hace, doña Casilda le responde que no se preocupe, que está formando una Asociación para ello y en los estatutos que está elaborando se contempla todo. Así que cuando le dice que tal familia no tiene para comer, ella le responde con el artículo de los estatutos en los que se dice que les ayudarán. Y si otra se muere de frío, también le dice en qué artículo está indicada la solución del problema. Pero son soluciones que nunca llegan. Así, si nos conformamos simplemente con que la denominación de las cosas se ajuste a lo "políticamente correcto" nunca llegaremos a nada. Sí, modifiquemos la Constitución para que cierta palabra no nos dé alergia, pero también pongamos los medios para que estas personas, las llamemos como las llamemos, tengan las ayudas y apoyos que necesitan en todas las etapas de su vida, estén integradas en la sociedad y no sean dejadas de lado o vistas simplemente con condescendencia y lástima.

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