Otra vez una burrada de tiempo sin actualizar estas páginas... La verdad, la vida de nuestro hijo se ha vuelto tan rutinaria (¿tan "normal"?) como la de cualquier otra persona y el que no haya grandes cosas que contar quizá sea hasta una buena noticia. Sin embargo, me animo a borrajear de nuevo estas páginas por una serie de ideas que me han venido a la cabeza tras la "celebración" ayer del Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Entrecomillo "celebrar" porque no sé si se trata de eso ni de felicitar y dar enhorabuenas como he visto hacer en algún sitio. Quizá fuese mejor "recordar", sobre todo la enorme cantidad de cosas que quedan por hacer.
Y es que ayer vi que desde la alta política en lo que más hincapié se hacía era en reformar el artículo 49 de la Constitución. Simplemente para cambiar un término que en 1978 no sonaba mal y hoy sí. Este tipo de acciones quizá sean muy interesantes para quienes consideran que el lenguaje no es una mera herramienta de comunicación, sino un arma que se usa, entre otras cosas terribles, para "estigmatizar" (una de las palabras mágicas de nuestro tiempo). Yo quisiera que, con hechos y datos, se me demostrara que la vida de estas personas va a ser mejor por el simple hecho de cambiar una palabra por otra en un artículo de la Constitución. Más aún cuando se sabe que el eufemismo de hoy se convertirá en el insulto de mañana, como lleva ocurriendo toda la vida.
Siempre que pienso en estas cosas, en que se insista tanto en acciones de ese tipo y nos olvidemos de la vida real, me acuerdo de una vieja película española titulada Cerca de la ciudad.
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