Y por fin hizo la Comunión. Fue el 29 de mayo. Como ya dije en otra ocasión por aquí, no es que seamos especialmente religiosos (más bien nada), pero llevamos a los niños a un colegio de monjas y él quería hacerlo. Nuestra principal preocupación era que no le considerasen apto para entender su significado. Pero, por otro lado, ¿alguno de los otros niños lo comprendería de verdad? Lo importante es que se portó como un campeón, estuvo tranquilo, feliz y pasó un día extraordinario con nosotros, su familia, y algunos amigos. Hubo muchos regalos, como suele ser habitual, pero el nuestro, el de sus padres, llegó un poquito más tarde:
¡Sí! Nos fuimos a Disneyland París. Y aunque él mostró sus habituales rasgos un tanto obsesivos (el papel de "no molestar" de la habitación del hotel, puertas diversas, las inmensas telarañas que había en muchos sitios), se lo pasó pipa, aunque no sabría decir muy bien si se lo pasaron mejor los padres o los niños.
Pero también había que bajar a la realidad y con el final de curso llegó algo de disgustillo, ya que este año su rendimiento ha sido un tanto irregular, tal vez influido por las diversas medicaciones de quita y pon a las que se le ha sometido. Incluso ha venido con un suspenso. No soy yo de aquellos que cuando sus niños hacen muy bien las cosas el mérito es sólo y exclusivamente de ellos y cuando van mal dados la responsabilidad es únicamente de los profesores. Pero en este caso, aun teniendo en cuenta las dificultades que para él supone todo, he de indicar que la profesora en concreto se desentendió un tanto de él en el último trimestre. Es comprensible que la carga de trabajo que supone a todos los profesores el final de cuarto de Primaria, cuando la ley obliga a hacer una especie de balance de las competencias que han adquirido los alumnos, impida que la dedicación sea mayor, pero en el caso de nuestro hijo si no existe una comunicación fluida con los padres en la que se nos indique cómo ha de proseguir en casa el trabajo del colegio, es muy difícil que se pueda llegar a los mínimos exigidos. Y en los últimos tres meses, la mitad del tiempo ni aparecieron por casa los libros y cuadernos de la asignatura en cuestión.
Pero bueno, ya están aquí las vacaciones. A disfrutarlas.